Este cuento va dedicado, especialmente, a mi hijo Adrián, y también para tres niños maravillosos que son los protagonistas de esta historia.
Alberto Penelas Jiménez
Mi unicornio es real
Hace mucho tiempo existía una princesa muy valiente, su nombre era Valeria… pero un día su pueblo fue destruido y tuvo que huir precipitadamente de allí junto a su mamá la Reina y sus dos hermanos Denzel y Sofia, para no ser capturados y vivir confinados en las mazmorras del malvado Rey Arturo.
En la tercera noche, de camino hacia la libertad, encontraron un poblado pobre en riquezas, pero rico en amor y paz. Esa noche los habitantes de aquella aldea mágica les dieron de comer y de beber y les ofrecieron aposentos en una cabaña para poder dormir; parecía que los estaban esperando. Esa noche, por fin, Valeria cayó en un profundo sueño.
En ese sueño se encontró, de repente, en un magnífico valle de la mano de su mamá, y al fondo una cascada de la que surgía un sinuoso riachuelo. Sin saber por qué, la princesa empezó a dar pequeños y firmes pasos hacia la cascada, y conforme se iba acercando, se le hizo más visible un corcel blanco. Al mismo tiempo, vio que la cascada no era de agua, sino de estrellas fugaces que caían y se convertían en un agua mágica. Cuando llegó al lado del corcel que estaba bebiendo el agua, éste levantó su mirada hacia ella y vio que estaba equivocada, porque realmente lo que estaba frente a ella era un unicornio, la criatura más mágica que había visto jamás. El unicornio hizo un sutil movimiento con su cabeza invitándola a subir a su lomo y ella no lo dudó. Su valentía le hacía mirar hacia adelante y solo miró hacia atrás para cerciorarse de que su madre seguía allí, vigilándola, ayudándola y guiándola.
El precioso unicornio hizo girar su cuerno mágico y de él salieron estrellas fugaces que les envolvieron e hicieron que se elevaran sin ningún esfuerzo, remontando la cascada. Cuál fue su sorpresa cuando comprendió que lo que veía era el poblado al que habían llegado hacía unas horas…y entonces el unicornio, por primera vez, habló y le dijo a la princesa:
- Valeria, este es tu reino y el de tu familia. Tú, tu madre y tus hermanos, reinaréis en el pueblo del amor, la paz, la felicidad y la concordia, puesto que tenéis un corazón tan mágico y bondadoso como este lugar, como este sueño.
Valeria se despertó de un sobresalto. Todos estaban todavía durmiendo y ella salió sigilosa de aquella cabaña. Al fondo, divisó un riachuelo y siguió el transcurso del mismo hasta llegar a un precipicio. Allí vio justo la cascada y el valle que había visionado en su sueño y no se lo podía creer.
A partir de ese día la princesa y su familia pasaron los días, los meses y los años felices entre aquella gente, porque su reinado no consistía en vivir con riquezas y tesoros, consistía en dar y recibir todo el amor que fueran capaces de generar sus corazones.
Valeria nunca dijo nada de por qué aquella mañana insistió tanto en quedarse en ese lugar. Lo que sí es cierto es que la pequeña princesa siempre supo que su sueño no fue un sueño, y que su unicornio, en verdad, era real.